Cocinar con un porcentaje de agua de mar es habitual en la alta cocina, y lo hemos querido trasladar a nuestros restaurantes por todos los beneficios que conlleva. Aparte de reducir la cantidad de sal que empleamos anualmente, preservamos el espacio natural de las salinas frente al empleo de maquinaria demasiado agresiva que puede alterar la flora y la fauna. Pero también tenemos en cuenta que el empleo del agua de mar para cocinar aporta un sabor totalmente natural.
La sal enmascara el sabor original y el agua de mar lo potencia. Esta agua de mar que utilizamos, filtrada y tratada especialmente para el consumo, contiene yodo y sales minerales esenciales para tener un buen estado de salud. Proporciona una mejora del tránsito intestinal debido al aumento de nutrientes de los platos. Equilibra la acidez estomacal y evita las molestias digestivas por el uso de sal común o de potenciadores del sabor. Y no solo esto, sino que regula de forma natural la tensión arterial y el nivel de colesterol.
Así, todos nuestros arroces sorprenden por tener unos matices gustativos propios que recuerdan esas pinceladas tradicionales tan habituales en los guisos marineros. En definitiva, se trata de volver a los orígenes de la cocina de los pescadores, respetar el producto, usar un arroz de nuestra provincia y, sobre todo, mimar cada preparación al máximo.